Paseando con Charles Dickens periodista

¡Me encantan las tiendas de museos! No puedo salir de una exhibición sin pasar por ahí e invariablemente encuentro algo original que comprar. Fue así que encontré este libro de Charles Dickens hace poco más de un mes, hurgando en la tienda del museo de Historia Natural de Londres, luego de visitar la muestra titulada “Life in the dark”, una fascinante exhibición sobre creaturas nocturnas de agua y tierra que estará abierta hasta enero próximo.

20181009-DSC04135Acomodado entre peluches de murciélagos y posa-vasos con forma de lechuza, el libro de Charles Dickens “Night Walks” (Paseos Nocturnos) me atrajo de inmediato, ya que con lo mucho que he disfrutado desde chica leyendo “David Copperfield”, “Grandes Esperanzas” y otras de sus novelas, jamás había escuchado de esta obra.

Se trata de un breve volumen de 112 páginas que tienen la cualidad de mostrarnos la propia voz del escritor victoriano a través de ocho relatos de no-ficción, una pequeña muestra de su vasta obra periodística que desempeñó durante toda su vida.

El título del libro -que justificó, supongo para mi suerte, venderlo a la salida de una exposición sobre animales nocturnos – corresponde al primer ensayo de la antología, escrito en 1860, donde Dickens narra sus caminatas nocturnas por Londres, única forma de enfrentar un grave insomnio que lo aquejaba por esa época. Entre medianoche y el alba, el escritor camina y observa una ciudad que “se revuelve y sobresalta antes de dormirse” hasta hundirse en un sosiego que Dickens -incapaz de dormir a esas horas- aprovecha para reflexionar sobre la soledad, el sueño del sano y la locura del insano, al tiempo que relata la pobreza y miseria que va observando a su paso.

Porque si sus novelas son famosas por retratar con gran realismo la situación de pobreza y vulnerabilidad en la Inglaterra victoriana, sus relatos periodísticos describen ya no a personajes ficticios, sino a personas de carne y hueso, trabajadores sin calificación en su mayoría, a los que él visita en sus casas y, para ponerlo en términos de nuestros tiempos, les pasa el micrófono para que cuenten su situación.

Así, en uno de los artículos escuchamos a la madre de una joven obrera que cuenta cómo esta muere de intoxicación por plomo, ya que trabaja por unos pocos peniques manipulando el metal; a la esposa de un calderero desempleado que explica lo poco que recibe ella por sus costuras, único sustento de su familia, después de pasar por los intermediarios; y a un cargador de carbón inválido cuya familia espera que el hijo mayor traiga algo esa noche, ya que no les queda nada para comer.

Parecen historias sacadas de sus novelas, pero, por el contrario, son parte de la realidad que alimentó a su ficción. En otro ensayo, describe las paupérrimas condiciones de la “Workhouse” (asilo para indigentes) de mujeres de Wapping, así como la expresión fantasmagórica de algunas ancianas residentes, las que recuerdan de inmediato a Miss Havisham, personaje que nacería por esa misma época en “Grandes Esperanzas”.

La denuncia social en las novelas de Dickens es conocida, pero en los artículos reunidos en este libro, el escritor critica directamente a los políticos y a la sociedad en general, por permitir semejante miseria en una ciudad que se precia de su poder “en tierra y mar” y no lo usa para salvar a la infancia abandonada, principal preocupación del autor.

En un estilo híbrido entre periodismo de opinión e informativo, típico de la época, Dickens tiene palabras duras para aquellos que deberían actuar, los que están en el poder o los que aspiran a él, y alaba en cambio los esfuerzos de privados a los que visita. Es el caso de un joven matrimonio que acoge y trata a niños enfermos en un hospital del este de Londres que abrieron con sus propios medios. Algo que, por lo demás, resuena con su propio trabajo en el hogar para mujeres sin hogar de “Urania Cottage”, financiado por la millonaria Angela Burdett Coutts, que Dickens creó y administró durante 12 años.

No hay indicios de una agenda ideológica ni de una propuesta programática general de reforma social en los relatos de Dickens, sino un simple y auténtico clamor por justicia y atención a los desvalidos de la sociedad, entre los cuales él mismo se contó durante su infancia. Estos ensayos forman así parte de sus constantes -y efectivos- esfuerzos por sensibilizar a sus lectores sobre los males de su época y de la importancia que para él tiene el compromiso social. Porque tal como decía en una carta a su amigo escritor Wilkie Collins, “uno no se puede cerrar al mundo (…) hay que mezclarse en él, lograr lo mejor de él y lo mejor de ti mismo”.

Otros relatos contenidos en este libro tratan diversos temas que también preocupaban a Dickens, como las estafas cometidas por algunas casas de apuestas, o la comercialización de la muerte en ciertas prácticas funerarias de la época que denuncia con gran agudeza.

Periodismo con estilo

Además de seguir al escritor por sus paseos por Londres, esta antología nos permite disfrutar en otro contexto de su maravillosa pluma. Su estilo y calidad de gran novelista está presente en todo momento y, si bien algunas descripciones van un tanto cargadas de ese sentimentalismo que algunos escritores más tarde criticaron, también están salpicadas de una exquisita ironía y mucho humor.

Sin duda lo más característico de su estilo se plasma en las personificaciones que agregan un toque literario a los relatos: Londres en sí misma es un personaje que duerme y se despierta como cualquiera; el río Támesis es un ser terrorífico e inmundo, que esconde en sus profundidades espectros de suicidas que, a través del reflejo de las luces en el agua, muestran el lugar donde cayeron; los perros son inteligentes y simpáticos guías que le enseñan su camino por callejuelas y hospitales.

Muchos de los habitantes de los barrios londinenses por donde pasa también son retratados de manera minuciosa, al igual que en sus novelas. “El espíritu del Fuerte”, por ejemplo, es como llama a un chico con quien se topa en los alrededores del astillero de Chatham, un “joven sabio” al cual Dickens dice deber muchos de sus conocimientos en materia de cervezas y arquitectura naval.

En definitiva, recomiendo este pequeño libro a cualquiera que haya disfrutado de alguna de las novelas de Charles Dickens, ya que permite echar un vistazo a su obra de no-ficción. Y, para los que aún no han tenido el gusto de leer al autor, esta obra es un buen punto de entrada al estilo y a la sensibilidad social de un gran maestro de la literatura universal.

Por mi parte, agradezco la casualidad que me llevó a encontrarlo en medio de tanta creatura nocturna en exhibición, lo que refuerza mi intención de seguir explorando las tiendas de los buenos museos.

El libro que leí es la versión inglesa de la obra, pero existe una versión en español: “Paseos Nocturnos”, de la editorial Taurus, colección Grandes Ideas.

Título: Night Walks

Autor: Charles Dickens

Editorial: Penguin Books – Great Ideas (2010)

ISBN: 978-0-141-04750-8

Número de páginas: 112

 

2 comentarios sobre “Paseando con Charles Dickens periodista

    1. Gracias Elena por tu comentario y por el vínculo a tu artículo. Lo leí y me pareció interesantísimo; el dato del proyecto de Dickens Journals Online es un tesoro.
      No deja de sorprenderme la sensibilidad social de Dickens que también se tradujo en acciones «en terreno». Investigando para esta reseña me encontre con un libro de Jenny Hartley, quien estudió su actividad filantrópica, específicamente en el hogar para mujeres sin hogar, que administró por más de una década, al parecer con una visión bastante moderna para la época. Espero leerlo pronto para poder dar una opinión más informada, pero te paso el dato. Se llama «Charles Dickens and the House of Fallen Women».
      Saludos!

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