Los libros de mi maleta

No me imagino un viaje sin libros. Y no hablo solo de leer durante el recorrido y en el lugar de destino aquellos libros que empacamos en el punto de partida, sino sobre todo de aprovechar el viaje para empaparse de lo que interesa a las personas en el lugar y al momento en que visitamos, para así descubrir nuevos autores y temáticas que enriquezcan nuestra experiencia.

Vengo llegando de tres deliciosas semanas en Chile, mi país natal, donde aparte de rencontrarme con familia y amigos, comer los más ricos porotos granados hechos por mi querida cuñada y visitar hermosos lagos, bosques y ciudades, me hice de un stock considerable de nuevas lecturas que me tienen muy entusiasmada.

Libros de Chile 2019 1Les muestro una selección de lo que traje en mi pesada maleta. Un potpurrí de lo más variado; la cosecha variopinta de libros que me regalaron o que compré motu proprio y por pura curiosidad, aunque en su mayoría vienen recomendados por algún familiar o amigo lector. Hay de todo un poco: autores chilenos y de otras latitudes; libros recientes, otros antiguos; ensayos y ficción; ciencia, música, crimen, etc. Para todos los gustos.

Cada libro viene con su propia historia de cómo llegó a mis manos que ya les iré contando a medida que los reseñe en las próximas entradas, ya que apenas vengo bajando del avión. Solo quería contarles en qué anduve durante estas semanas de ausencia y mostrarles de paso algunas fotos que tomé en mi recorrido por ese lindo país, especialmente por los lagos del sur de Chile y los cerros del puerto de Valparaíso, que han inspirado a más de un poeta.

Volcán Osorno
Volcán Osorno visto desde el lago Puyehue
Volcán Puntiagudo
Volcán Puntiagudo
Roble Pellin
Magnífico pellín (roble adulto) a orillas del lago Ranco (foto inferior)

Ranco

Valparaíso 3
Atardecer en Valparaíso, una ciudad a todo color…

Robert Capa, el fotógrafo que fue escritor

Fin de año y balance obliga. Decidí, sin embargo, ahorrarme listas y recuentos e ir directamente al grano con la reseña de un libro que -sin ser ni el mejor ni el peor que leí este año- me impresionó de manera especial en 2018, por ser un relato fresco y ameno que, al mismo tiempo, logra transmitir un profundo testimonio del dolor humano sin sentimentalismos ni obviedades, lo que hace de él una lectura inolvidable.

20181230-Robert CapaSe trata de “Slightly Out of Focus” (“Ligeramente desenfocado”), del casi mítico Robert Capa, un fotógrafo que quería ser escritor, pero que, en vez, se convirtió en el corresponsal de guerra más famoso del siglo XX, una leyenda del periodismo fotográfico, creador -junto a Henri Cartier-Bresson, Chim y otros famosos-, de la agencia Magnum, y quien, de paso, nos dejó estas breves, aunque elocuentes memorias de su trabajo en el frente occidental durante la segunda guerra mundial.

El relato de Capa cubre el periodo entre 1942 y 1945, en el que fotografió la guerra para la revista Collier’s y luego para Life, en Inglaterra, Norte de Africa, Italia, Francia y Alemania. Si ya pone los pelos de punta mirar las icónicas fotografías que tomó el 6 de junio de 1944, cuando desembarcó en la primera ola de botes, mezclado con las tropas aliadas en las playas de Normandía, leer su descripción de las seis horas que pasó en el agua o enterrado en las arenas francesas, parapetado tras algún tanque o cualquier objeto que le permitiera esquivar la metralla alemana, sin más arma que su cámara Contax, es una experiencia doblemente sobrecogedora que da nueva luz a sus históricas imágenes.

Si bien el libro contiene muchísimas fotografías, se trata de una obra para ser leída y les garantizo que la narración es apasionante. Capa tiene un estilo fluido, sencillo y directo que se lee fácil. Pese a lo trágico del escenario, su humor es uno de los aspectos que más me atrajo, sobre todo porque se manifiesta en un constante reírse de sí mismo. En efecto, la leyenda del fotoperiodismo del siglo XX se auto describe casi como una figura picaresca, un antihéroe, un vividor simpático que no escatima astucias para vencer la burocracia de visas, pases y permisos o para conseguir una buena botella de brandy, pero que al final del día sabemos que hará su trabajo con el máximo profesionalismo y creatividad.

Ameno y amistoso, la fama ganada con sus reportajes de la guerra civil española no parece que se le haya ido a la cabeza. Al contrario, en este libro, Capa no duda en retratarse en situaciones ridículas, como cuando decide “pasar al baño” detrás de un cactus en el norte de Africa, sin reparar que está parado en medio de un campo minado. Sin poder moverse ni para subirse los pantalones, debe esperar a que venga un equipo de detectores de minas para sacarlo de su impasse, convirtiéndose en el hazme reír de colegas y soldados por un par de días. La historia, sin embargo, es trágicamente premonitoria, ya que Capa muere en 1954, a los 40 años, cubriendo el conflicto de Indochina justamente por pisar un campo minado. Continuar leyendo «Robert Capa, el fotógrafo que fue escritor»

Un cuento de Navidad muy diferente

Advertencia: en esta historia no se divisa ningún ángel, tampoco figura “Santa Claus”, ni se produce milagro de Noche Buena alguno, pero es el cuento de Navidad más original y evocador que he leído. Es más, al contrario de la mayoría de los cuentos de este género, este transcurre en las sucias calles de Brooklyn de los 70 y 80, donde corre un viento del infierno; involucra más de algún delito y esconde una que otra mentira. Pero, lo mejor de todo, es que está escrito por Paul Auster.

Paul AusterNo es precisamente por sus cuentos que se conoce a este autor estadounidense, fanático de don Quijote de la Mancha; su fama planetaria viene de sus novelas (“Trilogía de Nueva York”, “Moon Palace”, “El libro de las Ilusiones”, etc.) y de sus guiones, poesías y traducciones. Sin embargo, si tuviera que mencionar una razón por la cual Paul Auster es uno de mis escritores favoritos, diría que es por su calidad de eximio cuentacuentos. Sus novelas rebosan de relatos secundarios y anécdotas que, vengan o no al caso de la trama principal, son siempre cautivantes, entretenidos e imperdibles, simplemente porque están bien contados. Y es que no hay nada más irresistible que una historia bien contada.

Es el caso de “Auggie Wren’s Christmas Story” (“El cuento de Navidad de Auggie Wren”), publicado por primera vez en el New York Times en 1990 y que hoy se ofrece en una bella edición con ilustraciones de la artista argentina ISOL, en sus versiones en inglés y en español, traducida esta por Ana Nuño López. Leerlo no toma más de 10 minutos, pero es tan rico en detalles y elementos sugerentes, que te deja pensando un buen rato.

Los fanáticos de Auster van a reconocer muchos de sus recursos favoritos: Brooklyn como escenario; un personaje/narrador llamado Paul que -oh, casualidad- es escritor; repeticiones; obsesiones; confusión de identidades; y una clara inclinación por la meta-ficción que hace que, hasta el final, no quede claro si estamos ante ficción o realidad.

El narrador es Paul, un escritor a quien se le ha pedido que escriba un cuento de Navidad para el New York Times. El problema es que no se le ocurre nada. Quiere evitar un relato sentimental, nada de historias dulzonas o cuentos de hadas para adultos, pero las ideas brillan por su ausencia, hasta que Auggie Wren viene al rescate y se ofrece contarle “el mejor cuento de navidad que hayas oído nunca” a cambio de una invitación a almorzar.

Antes de entrar a la historia misma, el narrador nos cuenta quién es Auggie Wren, aunque este no es su verdadero nombre, explica. Y es que, como Auggie no queda demasiado bien en el cuento, le pidió que usara un pseudónimo (los nombres son muy importantes en la obra de Auster). Como sea, se trata del vendedor en el almacén donde Paul, el narrador, va a comprar sus cigarros holandeses desde hace más de una década. Auggie es un personaje chistoso, admirador del escritor y que tiene un pasatiempo muy particular: lleva años sacando la misma foto, en la misma esquina de Brooklyn, a la misma hora, todos los días. Continuar leyendo «Un cuento de Navidad muy diferente»