Gratitud en tiempos difíciles

white and yellow flower with green stems
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Gracias es una palabra que deberíamos repetir en estas semanas de extrema anormalidad en que vivimos. Es cierto que son días de inquietud por los hijos, padres y amigos que están lejos; días de incertidumbre económica y laboral, también de logística complicada y de noticias que nos embargan de zozobra y conmiseración por tanto sufrimiento que vemos a nuestro alrededor. Sin embargo, toda inconveniencia que podamos vivir palidece cuando pensamos en los enfermos y en el trabajo de médicos, enfermeras y personal de salud que están luchando cada segundo por salvar vidas en la primera línea de hospitales y UCIs.

¡Gracias a todos ellos, de todo corazón!

Gracias también a quienes con su trabajo esencial en supermercados, farmacias, seguridad y transporte hacen más llevadera esta situación tan única. Gracias a los vecinos que se ofrecen a hacer la compra al más vulnerable que no puede salir. Gracias a esa llamada o ese mensaje que acompaña al que está solo en este tiempo difícil. Gracias a todos los que se quedan en sus casas. Aún en los peores momentos, siempre hay algo por lo cual agradecer.

A la enorme mayoría nos toca quedarnos guardaditos en nuestros hogares para no poner más vidas en peligro y más vale hacerlo bien y con el espíritu en plena forma. Por eso que vaya un gran agradecimiento a la pila de libros que tenía pendiente y que me han servido para hacer llevaderos estos días de constante preocupación. Supongo que la mayoría de ustedes, lectores empedernidos, estarán conmigo al decir:

¡Gracias libros queridos!

Vuelvo así al tema de este blog y les comento de manera breve tres libros que estoy leyendo alternadamente de temas y géneros completamente diferentes entre sí. Cada uno en su estilo y contenido han sido una bendición a la hora de distraer la mente, ya sea que estén o no relacionados con la actualidad. No los he terminado aún de leer, de modo que les doy apenas unas pinceladas de lo que más me está gustando de ellos:

Gaskell

“Cuentos góticos”, de Elizabeth Gaskell: es un conjunto de cautivantes relatos llenos de secretos de familia, desapariciones misteriosas y fantasmas en caserones victorianos que nos sacan un ratito de la coyuntura. Gaskell fue una escritora inglesa de mediados del siglo XIX a quien Charles Dickens le pidió que colaborara con escritos para su revista Household Words, muchos de los cuales se incluyen en esta colección de nueve cuentos. Ya he leído tres de ellos y me ha gustado la habilidad de la autora para crear ambientes aparentemente costumbristas pero que esconden algún misterio bastante tétrico. Muy entretenidos y su lectura es altamente absorbente.

Rutherford

“How to argue with a racist”, (Cómo discutir con un racista) de Adam Rutherford: es el cuarto libro de este doctor en genética de University College London quien se ha dedicado a la divulgación científica escrita y televisada en premiados programas de la BBC. En esta amena obra entrega sólidos argumentos científicos, basados en la historia de la evolución humana y en las recientes investigaciones del genoma humano, para refutar cualquier idea de raza basada en términos biológicos. Es una lectura fascinante y nada de complicada, que entrega buenas armas en cuanto a conocimientos para rebatir a racistas que en vano tratan de recurrir a las ciencias. Lectura imperdible que refuerza la idea de que “tus ancestros son mis ancestros”, vengamos de donde vengamos. En el fondo, somos una sola humanidad.

Homero

“La Odisea”, de Homero: este era un gran pendiente que tenía desde hace años y que por fin he empezado a disfrutar. Es la historia del regreso del héroe Odiseo a su tierra y su familia tras diez años batallando en la guerra de Troya. Especialmente en los momentos en que vivimos, es fácil identificarse con el protagonista de este bello poema épico. Hoy, más que nunca, podemos entender cuánto añora Odiseo volver a abrazar a quienes ama y cuánto lucha por volver a la normalidad perdida. Gran parte del poema trata de los obstáculos que enfrenta en este retorno y su determinación y astucia al momento de  vencerlos. Su regreso es largo y dificultoso, pero llega por fin a Itaca a retomar la vida junto a su amada Penélope y a su querido hijo Telémaco.

Me quedo con esta nota positiva, confiando que entre todos podamos hacer más llevadero el camino de regreso a nuestra propia normalidad. ¡Gracias a todos los que están poniendo de su parte en esta tarea!

Y en caso de que se les acaben los libros de su pila de pendientes, les dejo este interesante artículo del sitio de Julián Marquina donde pueden encontrar vínculos a 18 editoriales que están ofreciendo gratis sus libros electrónicos durante este periodo. ¡Gracias también a ellos por su generosidad!

Los libros de mi maleta

No me imagino un viaje sin libros. Y no hablo solo de leer durante el recorrido y en el lugar de destino aquellos libros que empacamos en el punto de partida, sino sobre todo de aprovechar el viaje para empaparse de lo que interesa a las personas en el lugar y al momento en que visitamos, para así descubrir nuevos autores y temáticas que enriquezcan nuestra experiencia.

Vengo llegando de tres deliciosas semanas en Chile, mi país natal, donde aparte de rencontrarme con familia y amigos, comer los más ricos porotos granados hechos por mi querida cuñada y visitar hermosos lagos, bosques y ciudades, me hice de un stock considerable de nuevas lecturas que me tienen muy entusiasmada.

Libros de Chile 2019 1Les muestro una selección de lo que traje en mi pesada maleta. Un potpurrí de lo más variado; la cosecha variopinta de libros que me regalaron o que compré motu proprio y por pura curiosidad, aunque en su mayoría vienen recomendados por algún familiar o amigo lector. Hay de todo un poco: autores chilenos y de otras latitudes; libros recientes, otros antiguos; ensayos y ficción; ciencia, música, crimen, etc. Para todos los gustos.

Cada libro viene con su propia historia de cómo llegó a mis manos que ya les iré contando a medida que los reseñe en las próximas entradas, ya que apenas vengo bajando del avión. Solo quería contarles en qué anduve durante estas semanas de ausencia y mostrarles de paso algunas fotos que tomé en mi recorrido por ese lindo país, especialmente por los lagos del sur de Chile y los cerros del puerto de Valparaíso, que han inspirado a más de un poeta.

Volcán Osorno
Volcán Osorno visto desde el lago Puyehue
Volcán Puntiagudo
Volcán Puntiagudo
Roble Pellin
Magnífico pellín (roble adulto) a orillas del lago Ranco (foto inferior)

Ranco

Valparaíso 3
Atardecer en Valparaíso, una ciudad a todo color…

El arte de pintar la lectura

El libro y el acto de leer pueden dar origen a grandes obras de arte, sobre todo si el que sostiene el pincel se llama Fray Angélico, Pablo Picasso o Edward Hopper, por mencionar algunos de los pintores incluidos en “L’Art de Lire, de la Renaissance au XXe siècle”, de Editions Artlys, una verdadera joyita que encontré la semana pasada hurgando -¡sí, nuevamente!- en la tienda de un museo, esta vez, el Petit Palais en París.

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Jean-Jacques Henner, «La Liseuse» (1889-1890) Oleo sobre tela. París, museo nacional J-J Henner

En poco más de 70 páginas del tamaño de postales, este pequeño libro da cuenta de 30 pinturas realizadas por artistas desde el Renacimiento hasta el siglo XX: Van Gogh, Renoir, Durero, el Greco, Cézanne, Magritte y tantos otros que se dejaron llevar por alguna escena de lectura o de escritura y que, reunidos, constituyen un interesante elogio del libro a través del tiempo

Más que leerlo -aunque sí tiene buenos comentarios-, este libro se mira y se vuelve a mirar, una y otra vez, sin que canse. Porque pese a que el tema es el mismo, cada obra es un mundo diferente de colores, detalles e intenciones. Ordenadas cronológicamente, las pinturas van revelando el transcurrir de la historia, los cambios sociales y las nuevas prioridades de cada época a través de la mirada que cada artista da a este pequeño objeto, el libro, el cual va adquiriendo distintos contenidos, significados y usos con el paso de los siglos.

Así, las primeras obras son de carácter religioso y el libro por excelencia es la Biblia o el Libro de las Horas, que vemos en manos de la Virgen María, en varias escenas de la Anunciación, como la famosa de Fray Angélico (1425-1428) o de María Magdalena en la pintura de Piero di Cosimo (1501). Tanto en el Renacimiento como en el Barroco el libro es representado como objeto de atención de eruditos: San Agustín escribe en su estudio repleto de folios, en la obra de Carpaccio (1503-1507) y San Jerónimo traduce la Biblia en la pintura de Caravaggio (1605-1606), entre otros ejemplos.

Pasa el tiempo y ya los libros perfilados en las pinturas son más variados; se trata Continuar leyendo «El arte de pintar la lectura»

Paseando con Charles Dickens periodista

¡Me encantan las tiendas de museos! No puedo salir de una exhibición sin pasar por ahí e invariablemente encuentro algo original que comprar. Fue así que encontré este libro de Charles Dickens hace poco más de un mes, hurgando en la tienda del museo de Historia Natural de Londres, luego de visitar la muestra titulada “Life in the dark”, una fascinante exhibición sobre creaturas nocturnas de agua y tierra que estará abierta hasta enero próximo.

20181009-DSC04135Acomodado entre peluches de murciélagos y posa-vasos con forma de lechuza, el libro de Charles Dickens “Night Walks” (Paseos Nocturnos) me atrajo de inmediato, ya que con lo mucho que he disfrutado desde chica leyendo “David Copperfield”, “Grandes Esperanzas” y otras de sus novelas, jamás había escuchado de esta obra.

Se trata de un breve volumen de 112 páginas que tienen la cualidad de mostrarnos la propia voz del escritor victoriano a través de ocho relatos de no-ficción, una pequeña muestra de su vasta obra periodística que desempeñó durante toda su vida.

El título del libro -que justificó, supongo para mi suerte, venderlo a la salida de una exposición sobre animales nocturnos – corresponde al primer ensayo de la antología, escrito en 1860, donde Dickens narra sus caminatas nocturnas por Londres, única forma de enfrentar un grave insomnio que lo aquejaba por esa época. Entre medianoche y el alba, el escritor camina y observa una ciudad que “se revuelve y sobresalta antes de dormirse” hasta hundirse en un sosiego que Dickens -incapaz de dormir a esas horas- aprovecha para reflexionar sobre la soledad, el sueño del sano y la locura del insano, al tiempo que relata la pobreza y miseria que va observando a su paso.

Porque si sus novelas son famosas por retratar con gran realismo la situación de pobreza y vulnerabilidad en la Inglaterra victoriana, sus relatos periodísticos describen ya no a personajes ficticios, sino a personas de carne y hueso, trabajadores sin calificación en su mayoría, a los que él visita en sus casas y, para ponerlo en términos de nuestros tiempos, les pasa el micrófono para que cuenten su situación.

Así, en uno de los artículos escuchamos a la madre de una joven obrera que cuenta cómo esta muere de intoxicación por plomo, ya que trabaja por unos pocos peniques manipulando el metal; a la esposa de un calderero desempleado que explica lo poco que recibe ella por sus costuras, único sustento de su familia, después de pasar por los intermediarios; y a un cargador de carbón inválido cuya familia espera que el hijo mayor traiga algo esa noche, ya que no les queda nada para comer.

Parecen historias sacadas de sus novelas, pero, por el contrario, son parte de la realidad que alimentó a su ficción. En otro ensayo, describe las paupérrimas condiciones de la “Workhouse” (asilo para indigentes) de mujeres de Wapping, así como la expresión fantasmagórica de algunas ancianas residentes, las que recuerdan de inmediato a Miss Havisham, personaje que nacería por esa misma época en “Grandes Esperanzas”. Continuar leyendo «Paseando con Charles Dickens periodista»

Cuentos que no sueltan

Los relatos de “Pájaros en la boca y otros cuentos”, de Samanta Schweblin, desbordan en intensidad y tensión. Agarran del cuello y no sueltan, tal como el gran Julio Cortázar decía que tenía que ser un buen cuento: “incisivo, mordiente, sin cuartel desde la primera frase”.

20180922-DSC04082 (2)Samanta Schweblin lo logra en la mayoría de sus 22 cuentos, reunidos en este libro que disfruté, en lo que ha sido mi entrada al universo de esta escritora argentina radicada en Berlín, a quien pienso seguir leyendo.

Me gustó esa mezcla de realidad y absurdo, donde las cosas parecen ser normales, tal como las conocemos, hasta que algún acontecimiento prueba lo contrario. Consejo a los lectores: déjense llevar por la narración, déjense sorprender y, sobre todo, miren a través del prisma del narrador sin oponer resistencia.

Su tono me cautivó de inmediato y a medida que fui avanzando cuento tras cuento fui entrando en este ritmo de lo inesperado, del desenlace imprevisto, de la situación pasmosa o a veces ridícula, aunque llena de interpretaciones perfectamente plausibles.

Porque detrás del aparente disparate, se esconden asuntos profundos y universales; realidades tangibles que resuenan. El absurdo o lo fantástico sirve así de metáfora a temas de fondo. Estos se asoman, pero no exactamente como lo conocemos en la realidad: la maternidad/paternidad, por ejemplo, se enuncia, se da a entender en varios cuentos, pero sin nombrarla, en un niño que se vomita, un monstruo que se caza, o en unas mariposas con las alas rotas. Igual cosa ocurre con temas como el afán de control, la violencia de género, la violencia a secas, la soledad, la depresión, el sentido de la vida, entre otros que abordan los relatos.

Muchos de los personajes de estos cuentos buscan respuestas, algunos pasivamente, otros parecen estar al borde del ataque de nervios. En “Hacia la Alegre civilización”, por ejemplo, un hombre llamado Gruner se ve en la absurda situación de, día a día, no poder tomar un tren porque no hay cambio cuando quiere comprar el billete. Schweblin transmite hábilmente la frustración de Gruner en un crescendo de irritación que se resuelve en un desenlace original que nos deja pensando en el sinsentido de ciertos afanes en nuestra propia vida.

Hay humor -a veces bastante negro- y también poesía, todo ello expresado en un lenguaje trabajado, sobrio y efectivo, donde los adjetivos casi no existen a menos que sean estrictamente necesarios a la historia. La prosa fluye, la acción se desarrolla sin tropiezos; un verdadero placer de lectura.

Sobre todo, me gustó la forma en que la autora usa el diálogo como recurso que exacerba una acción ya agitada y confusa en cuentos como “Agujeros Negros”, donde la manía del Continuar leyendo «Cuentos que no sueltan»