Hace mucho que quería leer a Orhan Pamuk, prolífico escritor turco, Premio Nobel de Literatura 2006 (¿se acuerdan de las épocas cuando se daban premios Nobel de Literatura, aunque esa es otra historia?). La opción era enorme, pero decidí partir de atrás para adelante, con su más reciente novela “La Mujer del Pelo Rojo”. No me arrepiento.
El relato se inicia bajo la apariencia de un Bildungsroman, una novela de aprendizaje que narra el paso del joven Cem a la adultez; pero ojo, que las apariencias engañan y al avanzar la lectura, la historia adquirirá nuevos matices que la alejarán de lo que en un principio pensamos que era.
Corre 1985, el chico de 16 años quiere ser escritor, pero por sobre todo, anhela el amor de su padre, quien, tras varias desapariciones por razones políticas, finalmente los abandona a él y su madre para rehacer su vida con otra mujer. Con la idea de juntar dinero para entrar a una academia que lo prepare para la universidad, Cem pasa ese verano trabajando con un pocero a las afueras de Estambul, cavando un pozo que arranque agua de esas áridas tierras.
La técnica es ancestral, se cava a mano, palada por palada; un trabajo duro. El pocero, Mahmut Usta, es exigente, pero cuida a Cem, le enseña como a un aprendiz, lo trata como a un hijo y el joven comienza a apreciarlo a su vez como a un padre. Excavan de día y en la noche se cuentan historias. Cuando faltan suministros, bajan al pueblo más cercano a comprarlos y es ahí donde el joven divisa por primera vez a la mujer del pelo rojo. Esta actriz de la tropa de teatro itinerante “Leyendas Ejemplares”, casi 20 años mayor que él, va a desatar en Cem una verdadera obsesión, un amor juvenil que terminará por marcar el resto de su vida.
El sol quema, el agua es esquiva y cada día parece una eternidad; el chico solo piensa en bajar al pueblo y saciar su obsesión, pero la espera lo tortura. Pamuk transmite con maestría una impaciencia casi eléctrica, una tensión creciente, una tragedia en ciernes que se desata con furia indecible al final de la primera parte del libro -la más lograda a mi juicio de las tres que componen la novela- y tiñe de calamidad las páginas que seguirán.
De ahí en adelante, el ritmo del relato cambia y se vuelve algo inestable; la narración va alternando hechos que se suceden con gran rapidez, con largas reflexiones del protagonista que desaceleran la acción. El suspenso en que ha acabado la primera parte, sin embargo, hace imposible abandonar su lectura y nos impele a continuar.
No quiero revelar demasiado de los sucesos que siguen, pero cabe destacar que la estructura de esta novela está diseñada de manera inteligente con múltiples hilos que se tocan, se enlazan y anudan sin vuelta a atrás. Hebras claves en esta trama son la historia de “Edipo Rey” de Sófocles, por un lado y, por otro, la de Rostam y Sohrab del poeta persa Ferdousí capturada en la obra “Shahnameh”. Parricidio el primero, filicidio el segundo, ambos relatos llegan, con el paso de los años, a absorber los pensamientos del ahora ingeniero y empresario Cem y hacen las veces de marco alegórico a la melancolía, miedos y culpas que el protagonista relata de manera bastante cándida durante la segunda parte de la novela.
Además de ilustrar el recurrente tema de la relación padre-hijo, ambas leyendas -la de Edipo y la de Rostam y Sohrab-, al figurar entre los mitos fundacionales de las culturas de Occidente y Oriente respectivamente, simbolizan el encuentro/choque de culturas que ocurre en Turquía durante las últimas tres décadas, tan bien retratado en la novela a través del personaje de Cem. En él conviven ambos mundos; los aprecia, los desglosa e interroga a medida que excava en su propio pasado como un experto pocero.
Clave para la trama será el hecho de que esta búsqueda se produce en un contexto de transformaciones de una economía que se abre; de rápidos avances tecnológicos; de una construcción que se desata, donde no es raro el tráfico de información que favorece a los que están bien ubicados -cerca del poder- y donde Estambul crece y llega a engullir a los pueblos aledaños, con sus consecuentes ganadores y perdedores.
Padres e hijos dominan la escena en esta novela, pero en el fondo, es la mujer la fuerza que mueve la historia. El título de la obra no está ahí por nada. “La lógica del universo gira en torno al llanto de las madres”, afirma en un punto la mujer del pelo rojo, de quien por fin conocemos el nombre, Gülcihan Hanim. Ya sea Yocasta, la madre de Edipo -el hijo que ha matado a su padre-, o Tahmine, la madre de Sohrab -el hijo que ha sido asesinado por su padre-, las mujeres lloran con lamentos desgarradores frente al desastre causado por padres e hijos, sabiéndose también partícipes en alguna medida del descalabro. La mujer del pelo rojo no es la excepción y conoceremos de su propia boca su versión de los hechos en la última parte de la novela, donde no pocas suposiciones iniciales se vendrán abajo estrepitosamente.
No digo más para no ser “spoiler”; solo que la lean. Esta novela es una tragedia contemporánea que agarra al lector desde el principio. Al igual que el mito griego o la leyenda iraní sobre las cuales se construye, esta historia está llena de giros imprevistos y, para mi gusto, demasiadas coincidencias, que, sin embargo, no impiden disfrutar de su lectura. Sobre todo, si como dice la mujer del pelo rojo, se considera que “la vida imita a las leyendas”.
Título: La mujer del pelo rojo
Autor: Orhan Pamuk
Traductor: Pablo Moreno González
Editorial: Penguin Random House Grupo Editorial (2018)
ISBN: 978-84-397-3424-6
Edición en formato digital
Que buen comentario y ya pasé este libro a la lista por leer este año. Me gusta mucho Orhan Pamuk y he leído «Estambul. Ciudad y Recuerdos» y «Una sensación extraña», ambos ambientados en esa fascinante ciudad que es Estambul. Sin duda los recomiendo.
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Gracias por el comentario y la recomendación. Por mi lado, también pongo a ambos títulos en mi lista de pendientes para leer este año. Saludos!
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