
Me leí «Distancia de Rescate», de Samanta Schweblin en una tarde, sin pausa ni respiro porque no se puede de otra forma. Pocas veces un libro me ha agarrado como este, como para no poder soltarlo ni siquiera para hacerme un café, aunque no es la primera vez que me sucede con esta autora argentina.
Hay una urgencia que se impone en su escritura, que ya había notado en la excelente colección de cuentos “Pájaros en la boca” que comenté hace un tiempo en este blog; una tensión hipnótica que cala más hondo que nunca en esta, su primera novela (2014), lo que hace de ella una lectura imperdible.
Trata de Amanda y su pequeña hija Nina quienes pasan las vacaciones en una casa arrendada en el campo mientras su marido trabaja en la ciudad. Ahí conocen a Clara y a su hijo adolescente, David, que viven en la casa contigua. Se entabla una amistad y de ahí en adelante se suceden extraños eventos.
La historia la conocemos a través del diálogo entre Amanda y David; este interroga, aquella relata y reconstruye los sucesos con una inminencia tal que parece que todo estuviera viviéndose nuevamente, con todas las posibilidades de cambio y reformulación que ello abre. Se siembra así la duda acerca del final que creíamos intuir como algo seguro desde el inicio de la narración.
No digo más de la trama, para no arruinar la experiencia y el suspenso de su lectura. Este es el tipo de novelas a las que hay que ir con mente fresca y dejarse llevar por la historia y los numerosos recovecos e interpretaciones que ofrece. Solo agregar que este juego sutil de expectativas es muy efectivo y es posible gracias al lenguaje directo y concreto de esta autora quien no se detiene en adjetivos inútiles, sino que hace fluir la prosa con ritmo implacable.
La riqueza de esta novela es que se deja tomar desde muchas aristas. Hay elementos de denuncia ambiental, crítica social, fantasía, atisbos paranormales, suspenso y no poca emoción. Creo, sin embargo, que es el elemento humano el que cala más hondo: el drama personal es lo que atrapa e interpela.
En el fondo, está el tema de la maternidad, de los hilos invisibles que unen a madres e hijos y cómo reaccionamos cuando aquellos se tensan o relajan. El título de la novela (“Distancia de rescate”) hace referencia a la longitud de ese hilo: la distancia de rescate es para Amanda “esa distancia variable que me separa de mi hija” y se pasa la mitad del día calculando cuánto se demoraría en recorrerla para salvarla de algún peligro. Es un hilo visceral, que aprieta las entrañas cuando tira y también tortura de dolor cuando no se siente más.
En este sentido, la novela continúa explorando una temática ya tratada por la autora anteriormente. Varios de los cuentos de su colección “Pájaros en la boca”, por ejemplo, auscultaban el tema de la maternidad desde diferentes miradas; desde la de hijos incomprendidos por sus madres/padres; desde embarazos pospuestos, temidos o interrumpidos; de maternidades obsesivas e hijos incontrolables. En esta novela, Schweblin aborda el asunto escarbando más hondo en el miedo, la culpa y los extremos a que se puede llegar por rescatar al hijo(a). Lo hace de manera tan intensa que resulta imposible no sentirse tocada por algún aspecto de la historia.
En lo personal, encontré que esta idea de distancia de rescate resuena más fuerte que nunca en estos tiempos de confinamiento y distancia social obligada, donde muchos estamos muy lejos de nuestros padres y/o de nuestros hijos ya grandes. Es en momentos como estos cuando comprobamos con fuerza que ese hilo existe y sentimos cómo se tensa al percibir el peligro que acecha.
Duele no poder acortar la distancia, no poder ir al rescate. Sabemos que ahora es imposible y que, para salvar a otros hijos y otros padres, hay que seguir guardando la distancia entre todos y quedarse en casa, esperando que en los lugares donde estén los nuestros, otros sabrán hacer lo mismo.