La ceguera con otra mirada

Lina Meruane (2)
“Sangre en el ojo”, Lina Meruane. Editorial Literatura Random House (2017). 177 páginas. ISBN:978-956-9766-64-0

Excelente novela “Sangre en el Ojo” de la escritora Lina Meruane, quien ya desde el título nos hace entrar en un juego de palabras donde literalidad y metáfora se mueven inseparables en un baile que va a recorrer todo el relato con gran inteligencia. Lina, la narradora, es una joven escritora, estudiante de posgrado, chilena en Nueva York, quien ha comenzado a quedarse ciega. Literalmente se le están llenando los ojos de sangre, pero junto con ello, también se le comienza a llenar el alma de rabia, miedo y frustración, desplegando una resistencia feroz a la enfermedad y un deseo de revancha que va a salpicar a quienes más la quieren.

La novela relata la angustiosa espera entre el momento en que comienza a ver “sangre derramándose dentro de mi ojo” durante una fiesta con amigos en Nueva York -evento que realmente le sucedió a la autora- y la operación a manos de un renombrado especialista -muy bien retratado-, en la cual tiene puestas todas sus esperanzas de recuperar la vista. No es una espera pasiva; al contrario, Lina está en permanente movimiento, la vemos cambiarse de casa, caminar a tientas en la nieve, ser empujada en silla de ruedas rauda por aeropuertos, para luego desplazarse a trastabillones por el avión en el que viaja sola a Chile. Avanzar parece ser la consigna, como si la narradora temiera que el detenerse la fuera a dejar ciega para siempre.

En este constante movimiento, la idea de la migración opera como telón de fondo y toma diferentes formas a lo largo de la narración: la protagonista, extranjera en Nueva York, viaja a su país, Chile, donde también se siente distinta; la vidente que pasa al mundo de los ciegos, se entera de lo incomprendido que resulta aquel para quienes aún ven, pero tampoco quiere pertenecer a él definitivamente. El cuerpo y la mente de Lina no se detienen, se mueven de un mundo a otro, comparando, tratando de dar sentido a las distintas realidades a su alrededor y emulando en cierta forma a la figura del ciego peregrino, mendigo, maldito, tan frecuente en la literatura desde hace siglos. Encarna así al “otro” errante, aquel que resulta incómodo porque aporta una visión diferente de las cosas, una crítica mordaz a su entorno, ya sea el neoyorquino o el chileno, el vidente o el ciego, porque lo “mira” desde el movimiento y siempre desde el margen.

En el marco de esta espera angustiosa, donde Lina confía en que la cirugía la salvará de la invidencia, la ceguera se impone como otro gran tema. En el aspecto literal, la narradora no escatima detalles -a veces difíciles de leer- cuando se trata de describir los crudos procedimientos médicos, las hostiles salas de espera y los tratamientos más incómodos que pueda imaginarse, a la vez que relata con una precisión cinematográfica los problemas prácticos de no ver, desde lo complicado que resulta viajar en metro hasta hacer una simple maleta.

Pero es en la metáfora donde la ceguera alcanza su mayor riqueza en esta novela. Por un lado, aparece como símbolo de incondicionalidad, del amor ciego, sobre todo en el personaje de Ignacio, su pareja, quien también hace las veces de “lazarillo”, otra figura frecuente en la literatura y la mitología, que recuerda a Antígona guiando fielmente a su padre Edipo, luego de que éste se arrancara los ojos al enterarse del incesto cometido con Yocasta, su madre, sin saberlo.

La ceguera, por otro lado, aparece como imagen de aislamiento. En este caso, como alegoría de una barrera infranqueable que no deja pasar sentimientos de lástima y compasión; se presenta como símbolo de la imposibilidad de ver/apreciar el cariño -a veces torpe- de quienes rodean a la enferma. Tan centrada está en el dolor propio que se cae en la ceguera emocional.

Lina, la narradora, redefine al personaje del enfermo tradicionalmente visto como “víctima de una enfermedad”; ella no quiere lástima, quiere recuperar la vista a como dé lugar, cualquiera sea el costo. Rechaza y desconfía de las ayudas de su madre, en especial, y a veces de Ignacio, pero arremete con fuerza cuando quiere algo de él, llegando incluso a la manipulación. Imposible entonces no asociarla con otros ciegos egoístas de la literatura, desde el avaro que maltrata a Lázaro en “El Lazarillo de Tormes”, hasta los extremos a los que recurren los ciegos de Saramago, desesperados por sobrevivir a cualquier precio, en “Ensayo sobre la ceguera”.

Aunque sin llegar ni de cerca a los límites macabros que aparecen en la distopia del Nóbel portugués, es ese instinto de supervivencia el que aflora en Lina, la narradora, al sentirse en peligro de ser marginada por su falta de visión y, si bien a veces me costó empatizar con algunas de sus reacciones, reconozco que son coherentes con la historia y el trasfondo del personaje. Sí me conmovieron sus padecimientos, pero más que conmiseración, lo que sentí es el mismo agotamiento de la protagonista frente a los procedimientos hospitalarios, la misma impaciencia ante la falta de respuestas médicas. El mismo temor ante la vulnerabilidad.

Además de la empatía natural que produce la enfermedad -porque todos hemos estado alguna vez enfermos- esta identificación con el personaje la atribuyo sobre todo a la prosa cautivante de Lina Meruane. Directa, de frases cortas, a veces inconclusas, se trata de un flujo de conciencia que nos succiona sin piedad inyectándonos en las profundidades de la mente de esta joven mujer. Su voz está tan bien lograda, que, pese a no tener punto aparte, ni diálogos en el sentido tradicional, el relato es vívido como si estuviéramos mirando la acción en una película. La tensión no decae en ningún momento y llega a su clímax en un final francamente sorprendente.

Recomiendo esta excelente novela, por la cual la laureada escritora Lina Meruane recibió nada menos que el premio literario Sor Juana Inés de la Cruz (México, 2012). Es una historia dura, a ratos amarga, a ratos hermosa, pero profundamente humana e inteligente.

Casi con vergüenza reconozco que “Sangre en el Ojo” es el primer libro que leo de esta autora, quien también ha recibido los premios Cálamo Otra Mirada (España, 2016) y Anna Seghers (Berlín, 2011). Como pretendo corregir mi error, porque su estilo realmente me ha cautivado, ya tengo en carpeta su ensayo “Contra los hijos” (2014) y “Sistema Nervioso” (2018), su última novela, que también tiene a la enfermedad como protagonista. Ya les contaré qué me parecen.

2 comentarios sobre “La ceguera con otra mirada

  1. Como ejemplo de la importancia de los ciegos en la literatura agregaría los mencionados en los Evangelios. O, más atrás en el tiempo, a Polifemo en la Odisea. Excelente análisis!

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    1. Gracias, me alegro que te haya gustado! Tienes mucha razón, la figura del ciego en los Evangelios es frecuente, y en la Biblia en general, se asocian también al concepto de ceguera espiritual. Sin duda un concepto rico en simbolismo. Saludos!

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